Detrás del Telón

Cuando el reflector no apunta a lo importante

Por Federico Vimberg

A los costados oscuridad y gente, atrás lo mismo, adelante no. En frente nuestro un gran telón, se escuchan atisbos de palabras que no se dejan adivinar, sonidos varios que nos parecen familiares pero que no reconocemos. El telón por fin se abre, se intuye que la acción es diversa, voluptuosa, múltiple. De continuar la oscuridad posiblemente logremos adaptarnos y por fin dilucidar que sucede, comprender qué pasa en ese escenario todavía nebuloso.

Pero eso no ocurre, un reflector se enciende y quizas no sea solo uno, pueden ser dos o tres o veinte o más, la cantidad no importa tanto, ya que todos apuntan a una misma zona, algunos de cerca, otros de lejos, o de costado o de arriba, diferentes ángulos pero un mismo radio iluminado.

Luego de un rato la vista se acostumbra a esa luz, a ese sector que los reflectores destacan y lo demás parece desvanecerse. Como si desde el principio mismo solo existiese esa pequeña zona de acción, y la acción transcurre y pasan delante nuestro algunos hechos, muchos personajes, símiles contextos, algunas ideas, un sin fin de actos que de a poco parecen ser lo único real, y si sucede y lo vemos es verdad, si se nos presenta en el escenario y el reflector de los medios de comunicación lo ilumina es cierto.

¿Pero qué sucede con los espectadores? ¿Permanecen pasivos ante el recorte y la focalización de la información? ¿Simplemente absorben ese teatro que se les presenta delante y que lucha furiosamente por convertirse simplemente en realidad?

La respuesta es no. “
Que prevalezca un punto de vista acotado sobre el tratamiento de la información, no implica que nos encontremos frente a un público pasivo, cautivo e indolente frente a la producción de los significados que se realiza desde los medios masivos.
Distintas teorías catalogadas dentro del estructuralismo y el pos-estructuralismo aportan conocimiento y complejidad respecto a una diversidad de posturas y prácticas de recepción-producción de los llamados contenidos de los medios, que expanden las posturas simplificadoras en las que se atribuye ingenuamente un atributo de manipulación a los medios masivos”, nos comenta Silvio Méndez Docente de la Cátedra Teorías de la Comunicación en la Facultad de Ciencias de la Educación –UNER.

Un claro ejemplo de este atributo de manipulación que se les brinda a los medios lo podemos visualizar en el film titulado “Wag the dog” (o “Mentiras que matan” si se prefiere una infiel traducción) donde se plantea la posibilidad de que los acontecimientos que se suscitan en el mundo, véase el término mundo como los hechos que suceden alejados de nuestra realidad cotidiana, pueden ser nada más que invenciones de los medios. Que su palabra autorizada, su estilo profesional, sus gráficos, fotos, y un sin fín de etcéteras, pueden ser manipulados para crear verosimilitud, a saber historias que podrían ser ciertas pero que no lo son. Entrando en este intenso nivel de paranoia (no siempre injustificada) la variedad de fuentes no presenta certeza alguna de “verdad” ya que diferentes medios pueden tener una única y primigenia fuente de contenido. La película también hace un interesante recorrido mostrando a los medios de comunicación como una simple herramienta al servicio del poder de turno en una especie de gran conspiración que “hipnotiza” al país entero. Tal vez en este punto, en la idea de conspiración gigante manipuladora se deja entrever un atisbo de ingenuidad, quiero decir, es claro que hay personas y organizaciones que intentan controlar los medios, las noticias y la realidad, pero también es peligroso creer que fabricar realidades es tan simple, porque nos lleva directamente a la cómoda (y aterradora) idea de una conspiración como explicación a todo lo malo que pasa en el mundo, como si existiese solo una única fuente, ordenada y organizada que controlando todo. Me parece más bien que la realidad es mucho más compleja, que hay una intrincada red de intereses, motivaciones, posibilidades, sujetos y agencias que comparten y luchan para esa realidad, y no un solo y único gigante.

Al respecto de la manipulación de la información y las prácticas de desinformación Silvio Méndez nos comenta que
“no hay estrategias desinformativas. Hay información interesada, como la mayoría de la información que circula por los medios masivos. Se focaliza, se subraya, se sostiene una agenda de contenidos e información que responde a intereses concretos. Lo ideológico de las prácticas de comunicación está en la jerarquía que se le da a determinada información y que circula por sobre otra que esta ausente, callada, no dicha”.
Lo cierto es que sentarse y mirar tranquilamente hacia adonde apunta el reflector es lo más sencillo, lo más cómodo; pero es cierto también que en la oscuridad, en esas zonas premeditadamente anegadas de enfoque, ocurren cosas, se brindan épicas batallas de mudos aceros y es en esos momentos, donde la supuesta tranquilidad que brinda la luz es simplemente un mito.

Anexos sobre el texto:
En este apartado dejo unos links que tratan la temática de los medios y el manejo de la información en congruencia con el texto.
El noticiero y la manipulacion de los medios
El triunfo de la virtualidad absoluta autor José Pablo Feinmann


Anexos sobre la película "Wag the dog":
En este otro apartado dejo una breve reseña del film y la posibilidad de descargarlo, más la banda sonora del mismo.
Breve reseña de "wag the dog"
Descargate La película
Descargate la banda sonora (a cargo de Mark Knopfler)

Entrevista a Silvio Méndez y su curriculum


La Nueva Caverna


Por Rodrigo Barba

Ver “Mentiras que matan” despierta la pregunta sobre si estamos ante una nueva forma de Dios: la imagen. Y si quienes la poseen, son quienes en realidad pasan a crear este mundo nuevo: un mundo mediatizado.

Barry Levinson es un cineasta que muchas veces ha apelado a golpes bajos y a películas que prometen mucho pero no cumplen con las expectativas que generan. “Rain Main” es una película políticamente correcta y “Buenos Días Vietnam” podría haber ido más a fondo en su crítica a esa absurda guerra (aunque en realidad todas lo son). Sin embargo es “Mentiras que matan” la joya más preciada de su filmografía, puesto que evidencia en ella cuán fácil es engañar a la opinión pública si se tiene el control de los medios de comunicación.

Este texto no pretende indagar sobre la obra de Levinson, sino sobre cómo hacen los medios para mentirnos. Cómo la cola mueve al perro.

Los grupos de poder cuentan con numerosas formas de manipulación de la opinión pública. Y son los medios masivos de comunicación su principal herramienta.
Los medios construyen la realidad. Todo sucede si pasa por televisión.

El mundo vio sorprendido cómo el hombre pisó la luna en 1969. No importa si eso sucedió de manera “real” o no. Si sucedió fue porque “salió en televisión” (como repite constantemente el personaje de Robert De Niro en la película). José Pablo Feinmann, en un artículo referido a ese histórico acontecimiento, expresa que: “Al final de su largo periplo la razón occidental no es. Se ha evaporado. Es simulacro. Y el simulacro no tiene nada que ver con el Ser. El mundo está poblado, constituido por imágenes y las imágenes son el ‘mundo’. No hay ‘mundo’. El ‘mundo’ ha muerto. Porque el mundo era el mundo ‘real’. Y lo ‘real’ ha muerto”. Se trata del endiosamiento de la imagen, a partir de la revolución en las comunicaciones.

“El dios sigue siendo el mismo que diagnosticó Marx hace ya casi 150 años: el dinero, la mercancía. Hoy la mercancía que más se acerca a la divinidad es la imagen. Vivimos insertos en la cultura de la imagen. Quiero decir, el poder de la televisión es muchísimo más potente y potenciador que el de la de la radio o los medios gráficos. Y si bien los periódicos basan su esencia en la imagen, la imagen en movimiento y con audio es muchísimo más fuerte que la imagen estática. Creo que no es casualidad la obligación de los periódicos por estar en Internet: le ha aportado dinamismo a su formato y eso hace que “la gente” los elija a la versión impresa”, nos comenta Ramiro Bisa, quien es licenciado en Comunicación Social y brinda seminarios sobre Semiología de la Comunicación y Teoría Estructural de la Información.

En “Mentiras que matan”, el poder político utiliza a los medios de comunicación para crear una guerra ficticia y así desviar la atención de la opinión pública de un escándalo presidencial. Pues además de desinformar, una de las estrategias para manipular que tiene los grupos poderosos es el inventar falsos problemas para luego ofrecer las soluciones. En un segmento de la película, Robert De Niro y Dustin Hoffman tiene un diálogo en donde expresan ese punto esencial de la manipulación con un gran chiste:

Hoffman: Nuestro jefe trajo la paz.
De Niro: Pero si no hubo ninguna guerra.
Hoffman: Pues más mérito tiene.

Estas formas de manejo se denuncian desde hace tiempo. Sin ir más lejos, esta película es de 1997, entonces, ¿por qué se sigue creyendo en los medios de comunicación? El Licenciado Bisa asoma una respuesta: “Uno llega a la casa, aprieta un botón y ya tiene alguien hablándole por una pantalla. Y lo que más contribuye es que no implica necesariamente una escucha atenta y reflexiva… entonces, en una época de descreimiento, de abatimiento, de resignaciones, creer en los medios, confiar en ellos, es más fácil que confiar, creer, actuar en otros espacios. Así y todo, no se cree en todos los medios o todos los periodistas. Inclusive, creo que los periodistas más creíbles no aparecen con frecuencia en ellos.”

Vivimos en una nueva caverna platónica: la caverna de los medios de comunicación. Está en nosotros asumir una postura crítica y salir de ella. Y tratar de estar atentos y no dejarnos atrapar por la distracción y la desinformación. Es decir, tratar de vivir nuestra propia realidad y no la que los medios de comunicación masivos de comunicación, con sus estrategias de manipulación, nos crea.


Para leer la entrevista al Lic. Ramiro Bisa, hacer click aquí
Para conocer más sobre la película “Mentiras que matan" de Barry Levinson, hacer click aquí


Escena de "Mentiras que Matan"



Los Dinosaurios


La madrugada del sábado 10 de octubre, en el Senado de la Nación, se sancionó la nueva Ley de Servicios Audiovisuales. De esta manera se derogaba una ley que se implementó en la última dictadura militar y que fue una cuenta pendiente de todos los gobiernos democráticos que la sucedieron.

Sin embargo, la sanción de esta ley llega en un momento muy tenso de la relación entre el gobierno y los medios de comunicación que más concentran la información en este país.

Que la comunicación de un país esté regulada por una normativa que fue elaborada por un gobierno antidemocrático es algo inconcebible si entendemos que el expresarse y el informarse es algo inherente a todos los seres humanos. Además, en los últimos años se ha venido experimentando una revolución en las comunicaciones, cuya regulación necesita imperiosamente ser actualizada. Pero claro, la democratización de la comunicación atenta necesariamente contra la concentración mediática.

Algunos medios de comunicación que se ven perjudicados en sus intereses con la sanción de esta nueva ley de servicios audiovisuales, como lo es el caso del Grupo Clarín o el Grupo de De Narváez, Vila y Manzano; tendieron con una agresiva falta de sutileza a personificar políticamente el proceso de sanción de Ley. Así es como, para ellos, la ley dejó de ser de los argentinos y pasó a ser la “Ley K de Medios”.

De esta manera, estos grupos que manejan el monopolio de la comunicación en la Argentina, al individualizar la “pertenencia” de la ley, desoyen los numerosos debates públicos y abiertos que se realizaron en diferentes puntos del país. En numerosas universidades se llevaron adelante foros y charlas sobre el proyecto enviado a la legislatura y previamente en su elaboración. También hicieron caso omiso de numerosos trabajos realizados por FARCO, que nuclea a las radios comunitarias, como así también la Red Nacional de Medios Alternativos y los 21 puntos básicos por el Derecho a la Comunicación de la Coalisión por una Radiodifusión Democrática, entre otros.

De esta forma, todas las voces se hicieron oír. Nunca una ley tuvo tanto debate y tanta participación por parte de la opinión pública, lo cual hace entender a la comunicación como un derecho y no como un interés.

Por ejemplo, en el caso de la radio, en donde la ley vieja postulaba que cada emisora debía tener fines lucrativos, tirando por borda, precisamente esta concepción de la comunicación como un derecho.

Teniendo en cuenta que se trataba de derogar una ley que había sido sancionada por la más atroz dictadura que hubo en este país, algunos medios como por ejemplo los de Clarín, no tenían empacho en jugar discursivamente con el origen de la ley vieja. Decir que señales como TN o Volver van a “desaparecer”, con la connotación que tiene en este país la palabra “desaparecido”, es por lo menos, una elección poco feliz del término. Lo cuál se notó en el apoyo (o no-apoyo) de la gente al boicot por parte de estos grupos al debate. Así lo expresa Horación Vertbisky en su artículo “El fin y los medios”: “A diferencia del conflicto por la resolución 125, la invitación a cacerolear o presionar a los legisladores en las calles no tuvo eco.”

¿Qué quiere significar Clarín cuando dice que sus canales “van a desaparecer” si desaparece una ley de la dictadura? ¿Se trata de manifestar una postura contra una lucha histórica? ¿O se trata de atacar a un gobierno que hace hincapié en los derechos humanos, entre los cuales figura la comunicación?

Por lo pronto, con la nueva ley, esperemos, aparezcan nuevas voces, aparezcan nuevas ideas y aparezcan nuevos espacios. Es la mejor manera de construir una democracia, sea quien sea el partido de turno que esté en el gobierno.

Informe sobre la nueva ley de medios






El Momento de la Sanción

El juego de las siete diferencias

Viviendo el pasado desde el presente

Por Federico Vimberg

Recuerdo claramente los domingos en la casa de mis abuelos, yo tenía unos 7 u 8 años y esperaba con ansias la llegada del diario a la mesa del desayuno. En esos momentos no buscaba las noticias de actualidad política o la situación económica nacional sino que mi atención se enfocaba en la sección para chicos, donde aparecían diversos juegos de observación como la sopa de letras, armar las palabras con sílabas, formar la figura uniendo puntos y un sin fin de otros divertimentos. Pero erigido por sobre todos ellos, ocupando un lugar primordial se ubicaba el clásico juego “encuentre las siete diferencias”. De seguro los más memoriosos o melancólicos lo recordarán, se trataba de un recuadro dividido al medio y que en ambos subrecuadros se presentaban imágenes aparentemente iguales salvo por las ya mencionadas siete diferencias que uno debía buscar y encontrar.

Por estas épocas el pasado y el presente se entrelazan y nos invitan a jugar un nuevo juego de las siete diferencias, pero esta vez más violento, más crudo, más real; en esta oportunidad el presente se asoma al espejo y se reconoce en un pasado similar, siendo ya las pocas diferencias meros datos fútiles ante las terribles similitudes que dejan impávido a cualquier observador.
El cuadro entero ya está frente a nosotros exclamando atención, pidiendo a gritos que lo escudriñemos, que analicemos sus detalles ante un imponente parecido.

Ahora solo nos toca ver uno de los subrecuadros, ver el otro y empezar a comparar.

En el primero de ellos se encuentra el aún persistente golpe de Estado en Honduras, del 28 de junio de este año, y pegadito a él, contiguo, casi como una sombra unida a su cuerpo, el fallido golpe de Estado en Venezuela el 11 de abril de 2002.

Para empezar por el principio deberíamos recordar que ambos golpes de Estado comienzan con el secuestro de los democráticos presidentes de los ya nombrados países, ambos a punta de rifle de la mano de sectores militares. Tenemos también el corte de la señal del estado y a los demás medios de comunicación manipulando los diversos sucesos. Por ahora la diferencia más clara entre tantas similitudes es que son países diferentes, pero como los subrecuadros también lo son, no cuenta. Pero no nos distraigamos y sigamos observando, ya con el presidente secuestrado y los medios acallados vemos unos empresarios usurpando el poder con desfachatez y, por supuesto, de manera antidemocrática, respaldado por un sospechoso y minoritario grupo de personas autonombrados “sociedad civil”. Esta “sociedad civil” en ambos casos se conformaba por los partidos políticos tradicionales, la iglesia católica, los grupos económicos concentrados que -por lo general- dominan los medios de comunicación, con el claro objetivo de crear una distinción clasista que los separe de los sectores populares, identificándolos como “turbas” que apoyan los procesos democráticos de transformación. Si la forma en que estos grupos se autodenominaron cuenta como diferencia, entonces hemos encontrado una.

Espero que al llegar a este punto no tengamos la vista cansada todavía, porque nos queda mucha imagen por analizar. Enfoquémonos ahora en la figura de los embajadores estadounidenses, ya no nos resultará raro encontrar similitudes que unen a estos dos funcionarios como si fueran uno solo, como si estuviesen calcados de un molde, casi, casi como extremidades de un mismo cuerpo. Pero antes de meternos de lleno con estas personas, veamos otro parecido interesante. En ambos casos, tanto en Honduras como en Venezuela meses antes de los golpes de Estado, se suscita un cambio de embajadores en cada país; y también en ambos casos se troca por embajadores con experiencia militar o presencia en antiguos golpes de Estado. En el caso de Venezuela el inocente embajador suplente fue Charles Shapiro, un amable señor que también ejercía de embajador cuando el golpe de Estado en Chile durante la presidencia de Salvador Allende, ¿curioso no?. Por su parte en Honduras el nuevo embajador fue Hugo Llorenz, quien se graduara en la Universidad Nacional de Guerra de Estados Unidos y fuera también, antiguo asesor del Presidente yanqui en lo que respecta a la Seguridad Nacional sobre Venezuela durante el golpe de estado contra el Presidente Chávez.
Ya naufragando entre imágenes, resulta raro que luego de tantas nefastas similitudes, la diferencia que encontramos, a saber, el tiempo de duración entre el intento de golpe de Estado sostenido en Venezuela y el que se sostiene todavía en Honduras, nos gustaría verlo como parecido para que de una vez, se recobre la democracia en el país hermano de Honduras.
En el juego de las siete diferencias yo ya miré y descubrí muy pocas... vos, ¿jugás?



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Piratas del Caribe


Por Rodrigo Barba

Como si se tratara de un film ya visto, quienes derrocaron a Zelaya en Honduras usaron el mismo guión que quienes quisieron derrocar a Chávez en Venezuela en el 2002. Pochoclos teñidos de sangre para ver otra vez la misma película.

En los últimos años, Hollywood se encontró con uno de los inconvenientes más grandes de su historia. Los guionistas de las series y películas hacían huelga. De esta manera, la gran máquina de producir ficción de Norteamérica se quedaba sin fuentes ideas. Por lo tanto, el mundo del cine empezó a repetirse.

Por su parte, la gran máquina de producir políticas para los países periféricos, Estados Unidos, pareciera estar atravesando la misma crisis. Y la usina de ideas políticas parece estancarse con la huela de guionistas, que no hacen más que repetir crueles y antidemocráticas recetas, confirmando que siempre la realidad superará a la ficción.

De esa manera, Estados Unidos produce durante el 2009 en Honduras, una remake del Golpe en Venezuela producido siete años antes. Aunque lo hace utilizando el mismo libreto.

La película comienza en un país con un mandatario populista…
Interiores. Residencia del presidente. Madrugada.
Un grupo de militares, que dicen defender la constitución de su país, secuestran al presidente, mientras este duerme.
Exterior. Espacio aéreo violado Costa Rica. Día.
El grupo de militares depositan al mandatario en suelo costarricense, comunicándole que tiene la entrada prohibida al país que lo eligió legítimamente como presidente.
Interior. Medios de comunicación del Estado. Días enteros…
Los militares golpistas cierran los canales de televisión y las radios estatales. De esta manera, quienes toman el poder se aseguran la hegemonía de un discurso que favorece a su versión de los hechos.
Exterior. Calles céntricas. Día, tarde y noche…
El pueblo se manifiesta en rechazo al nuevo gobierno que toma la conducción del país por asalto. Sin embargo, las cámaras de los medios de comunicación más importantes no lo muestran. Las radios más escuchadas, no lo emiten. La revolución, no se transmite.
Interior. Medios de comunicación. Noche.
Los medios difunden una falsa renuncia por parte del presidente legítimamente electo. El nuevo senado golpista acepta la renuncia trucha. Esto sí es mostrado. Esto sí es transmitido. En la película, los medios pasan a ser cómplices de los supuestos “restauradores de las garantías constitucionales”.
Exterior. Calles céntricas y periférica. Día, tarde y noche…
La gente no cree en la renuncia. Sale a las calles a marchar y la resistencia es cada vez mayor. Todos marchan reclamando el retorno del presidente electo.
Interior. Medios de comunicación. Todo el día.
Los medios eligen pasar dibujitos, mientras afuera los militares reprimen a los manifestantes, salpicando con sangre a las lentes de la cámaras que registran todo para nunca mostrarlo.


Los protagonistas son los mismos: un presidente electo, los militares, el embajador norteamericano, la OEA, la sociedad civil, la Iglesia, y los medios de comunicación. La víctima una sola: la democracia.

El pueblo hondureño, como lo fue el venezolano, es protagonista de una historia que los medios no reflejan. El cerco mediático propicia la censura de información disidente contra aquellos interesados en que el golpe prospere y los piratas se lleven el botín más preciado: la libertad.

No hay peor película que la que es previsible, que la que se repite. La ya vista. Daña. Daña la capacidad de sorpresa, de imaginación. Achata. Reduce los márgenes de fantasías, de creación y, por ende, de pensamiento. Eso pasa con estas películas que se filman en Centroamérica y el Caribe.

En la primera parte, rodada en 2002, la película finalizaba con el pueblo resistiendo y derrotando al golpe de estado. Esperemos que el final, de esta segunda parte rodada en Honduras, sea igual. Que sea un final propio de una remake, como todo su argumento.

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Honduras Wiki


Por Rodrigo Barba

Mirar tan solo la Wikipedia y ver sus definiciones nos puede ayudar a entender qué pasa en Honduras. Comparar palabras de manual con la sangre de los hechos puede ser el llamado para que un pueblo se ponga de pie y busque su la libertad.

Wikipedia es una organización sin fines que tiene por objetivo crear una enciclopedia de libre acceso y que ésta sea políglota. Cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, puede subir y redactar un artículo en colaboración con otros voluntarios de distintos puntos del globo, a través de Internet. (http://es.wikipedia.org/).

En Wikipedia, la enciclopedia a la cual concurre la mayor cantidad de personas en todo el planeta, si uno coloca la palabra Honduras, la primera referencia que se hace al país centroamericano es la siguiente:

“Honduras, oficialmente República de Honduras, es un país centroamericano con un gobierno republicano presidencialista”.

República. Republicano. Presidencialista.
En la misma Wikipedia, se define a la República como “un sistema político caracterizado por basarse en la representación de toda su estructura mediante el derecho a voto”.
Esa mañana de aquel 28 de junio, mientras Honduras se preparaba para ejercer su derecho a voto, mientras aquí en Argentina lo ejercíamos, un golpe de estado secuestró y deportó al presidente hondureño legítimo, Manuel Zelaya.

Zelaya pretendía hacer una consulta popular sobre una reforma a la constitución que se sancionó en 1982. Según la Wikipedia, en el mismo artículo sobre Honduras: “Suazo (presidente por entonces) dio paso a la constitución de 1982, pero también a una siniestra etapa de terror, búsqueda y eliminación de elementos de la izquierda que, aún hoy, es tema tabú en la sociedad hondureña”. Esa constitución de guerra fría, de climas caldeados en Centroamérica, es la que pretendía reformar Zelaya. Una constitución hija de un gobierno dictatorial disfrazado de transitivo.

Por la misma época, en nuestro país, se sancionaba una ley, también en dictadura, que hoy quiere, por fin, modificarse. Pese a la lejanía que siempre creímos tener de Honduras, pese a que tengamos que recurrir a Wikipedia para conocer más a ese pequeño país de Centroamérica, por momentos ambas realidades tienen puntos de contacto. El mismo día se votaba. En ambos países se quiere cambiar leyes sancionadas en dictaduras. Pero ambas reformas son resistidas.
¿Por quiénes? ¿Por los pueblos que ven mancillados sus derechos con estas reformas? Lejos de eso. El rechazo proviene de parte de los grupos de poder que tienen intereses económicos puestos en una manera de hacer las cosas y que miran con recelo, con miedo, el avance del otro. Ese otro que también tiene derechos y que empieza a exigirlos. Y allí es cuando la democracia empieza a tambalear, y allí es cuando a la pobrecita se la maltrata, se la bastardea, se la difama.

La Wikipedia explica que: “Un golpe de Estado es la toma del poder político de un modo repentino y violento, por parte de un grupo de poder, vulnerando la legitimidad institucional establecida en un Estado, es decir, las normas legales de sucesión en el poder vigentes con anterioridad”. En Latinoamérica esta historia es reconocida, es una llaga todavía presente en nuestra piel.

La libertad, me contó alguien una vez, es aquella hermosa dama que espera sentada a que nosotros la saquemos a bailar. Existe un pueblo hondureño que esquiva con gracia el mutismo al cual lo invitan los grupos de poder que hoy violan sus derechos. Existe ese pueblo, que con sangre en sus pies, se levanta y va en busca de aquella bella dama para sacarla a bailar unos compases que, pareciera, nunca sonaron en América Latina. Un pueblo que quiere empezar a escribir su historia, que quiere empezar a pensarse y a ser pensado.

Esa mañana de aquel 28 de junio, la definición de la Wikipedia sobre Honduras quedó desactualizada, basureada y tristemente chistosa. No hay República ni gobierno republicano si las voces de la mayoría se callan, silenciando sus canales, ignorando sus reclamos y vapuleando sus derechos. No hay gobierno presidencialista si la persona que fuera legítimamente elegida para ocupar el máximo cargo de un país, es brutalmente arrancada de su función y él y sus representados, son maltratados con el “palito de abollar ideologías”, como diría Mafalda. Y para entender la absoluta indignación que esto nos provoca, no existe Wikipedia que lo pueda explicar.

Uno más y van…

A casi 3 meses del golpe de estado en honduras.

Por Federico Vimberg

Siempre me pasa lo mismo, tengo la extraña costumbre de recubrir, principalmente a las palabras, a los objetos y a las situaciones con un color, una textura, una esencia que no le son propias y que les atribuyo irracionalmente. Debe ser por eso que muchas veces la realidad me sorprende, me presenta una situación que consideraba gris oscura, vieja o mohosa con colores vivos, pregnantes; bailando delante de todos, vestida de rojo sangre. Así se me presentó el golpe de estado en Honduras, vivo, de rojo, inhalando libertad exhalando injusticia.

Como sabemos, el 28 de junio el presidente Hondureño Manuel Zelaya, elegido mediante el voto popular, fue secuestrado por un grupo de militares sublevados que lo trasladaron al cercano país de Costa Rica. Este acto antidemocrático, por cierto, y que atenta contra la libertad personalísima de Zelaya y la democracia en si misma, tenia como principal objetivo interrumpir una consulta popular para reformar la Constitución vigente. El comienzo de la crisis se manifiesta luego de que Zelaya llama a la población a una consulta popular, dicha consulta decidiría si los hondureños quieren o no convocar a una Asamblea Constituyente con el fin de reformar la Carta Magna este 29 de noviembre próximo.

La consulta popular, de carácter no vinculante, nace de la mano de Zelaya con el fin de obtener una reforma constitucional y de esa manera poder acceder a presentarse para un segundo ciclo presidencial, lógicamente de cuatro años, ya que el vigente había comenzado en enero de 2006. Inmediatamente la consulta dividió las aguas en Honduras generando opiniones enfrentadas de parte de diferentes sectores, por un lado a favor de ella se podían encontrar diversas organizaciones obreras, estudiantiles y el partido de izquierda Unificación Democrática; pero del otro margen del río se encontraban los dueños de los grandes medios de comunicación, así como la Iglesia católica, la Corte Suprema y también el Partido Liberal, quien fuera el que llevó a la presidencia a Zelaya en el pasado.

Hace ya casi tres meses que este golpe de estado persiste, tres meses de violación a los derechos humanos, a las instituciones democráticas, a la libertad. Hace tres meses que los países de América Latina sufren en carne propia el dolor de Honduras, el pasado nos duele a los Pueblos de America, nos arden los viejos golpes militares y es que esos accionares que parecían tan viejos, tan desgastados, tan de otros tiempos confluyen con el presente y nos interpelan a pensar, a recordar. De antaño nos llegan gritos nacientes en países hermanos de América, gritos que infructuosamente se intentaron acallar con golpes de estado en Chile, Guatemala, Brasil, Panamá, Bolivia, Paraguay, Venezuela, Argentina y por supuesto Honduras. Detrás de cada uno de ellos se dibuja un mismo contorno borroso, se trasluce una figura, se atisban sombras; hasta que un singular aroma a comida rápida nos allana el panorama. Y es que a la hora de buscar similitudes, no solo la violencia, la supresión de los derechos humanos, el ahorcamiento de la libertad entre muchísimos otros factores se hacen presentes, como en todo golpe de estado, sino que además han sido siempre planificados y financiados por Estados Unidos o lo que es lo mismo por sus embajadas emplazadas en cada uno de los diferentes países.

En el presente, o mejor dicho hace varios meses atrás, la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estado Unidos parecía de alguna manera un leve viento de cambio para el propio país y para las políticas internacionales. Este golpe de estado en Honduras le brindo al presidente Estadounidense la posibilidad de salvaguardar su credibilidad, la chance de mostrar ante el mundo una radical diferencia con sus antecesores. Simplemente debería retirar todo el apoyo a los golpistas desde lo político, financiero y militar. Desde un principio su accionar no se mostró muy claro y se enfocó en originar una negociación que desde el vamos se mostraba inviable, perdiendo de esta manera un tiempo valiosísimo mientras que en simultaneo el golpe reprimía a diestra y diestra. Han pasado ya casi tres meses desde ese tiempo a esta parte y hemos visto pocas reacciones del gobierno de los Estados Unidos, la más destacable es el quite de visas para con algunos pocos funcionarios partidarios del golpe. Una decisión que si bien no es poca cosa, luego del sin fin de organizaciones y países que repudiaron el golpe, parece un acto que roza más lo políticamente bien visto que la fuerza de la convicción. ¿Será que Estados Unidos empezará a inclinar la balanza? ¿O este golpe es uno más en una larga lista?
Algunas preguntas pocas respuestas, lo cierto es que mientras algunos se deciden y toman posturas, si es que no las han tomado aún, el pueblo de Honduras sufre y paga con sangre la cercanía inevitable que todos tenemos a algunos países que les molestan las democracias ajenas.