Uno más y van…

A casi 3 meses del golpe de estado en honduras.

Por Federico Vimberg

Siempre me pasa lo mismo, tengo la extraña costumbre de recubrir, principalmente a las palabras, a los objetos y a las situaciones con un color, una textura, una esencia que no le son propias y que les atribuyo irracionalmente. Debe ser por eso que muchas veces la realidad me sorprende, me presenta una situación que consideraba gris oscura, vieja o mohosa con colores vivos, pregnantes; bailando delante de todos, vestida de rojo sangre. Así se me presentó el golpe de estado en Honduras, vivo, de rojo, inhalando libertad exhalando injusticia.

Como sabemos, el 28 de junio el presidente Hondureño Manuel Zelaya, elegido mediante el voto popular, fue secuestrado por un grupo de militares sublevados que lo trasladaron al cercano país de Costa Rica. Este acto antidemocrático, por cierto, y que atenta contra la libertad personalísima de Zelaya y la democracia en si misma, tenia como principal objetivo interrumpir una consulta popular para reformar la Constitución vigente. El comienzo de la crisis se manifiesta luego de que Zelaya llama a la población a una consulta popular, dicha consulta decidiría si los hondureños quieren o no convocar a una Asamblea Constituyente con el fin de reformar la Carta Magna este 29 de noviembre próximo.

La consulta popular, de carácter no vinculante, nace de la mano de Zelaya con el fin de obtener una reforma constitucional y de esa manera poder acceder a presentarse para un segundo ciclo presidencial, lógicamente de cuatro años, ya que el vigente había comenzado en enero de 2006. Inmediatamente la consulta dividió las aguas en Honduras generando opiniones enfrentadas de parte de diferentes sectores, por un lado a favor de ella se podían encontrar diversas organizaciones obreras, estudiantiles y el partido de izquierda Unificación Democrática; pero del otro margen del río se encontraban los dueños de los grandes medios de comunicación, así como la Iglesia católica, la Corte Suprema y también el Partido Liberal, quien fuera el que llevó a la presidencia a Zelaya en el pasado.

Hace ya casi tres meses que este golpe de estado persiste, tres meses de violación a los derechos humanos, a las instituciones democráticas, a la libertad. Hace tres meses que los países de América Latina sufren en carne propia el dolor de Honduras, el pasado nos duele a los Pueblos de America, nos arden los viejos golpes militares y es que esos accionares que parecían tan viejos, tan desgastados, tan de otros tiempos confluyen con el presente y nos interpelan a pensar, a recordar. De antaño nos llegan gritos nacientes en países hermanos de América, gritos que infructuosamente se intentaron acallar con golpes de estado en Chile, Guatemala, Brasil, Panamá, Bolivia, Paraguay, Venezuela, Argentina y por supuesto Honduras. Detrás de cada uno de ellos se dibuja un mismo contorno borroso, se trasluce una figura, se atisban sombras; hasta que un singular aroma a comida rápida nos allana el panorama. Y es que a la hora de buscar similitudes, no solo la violencia, la supresión de los derechos humanos, el ahorcamiento de la libertad entre muchísimos otros factores se hacen presentes, como en todo golpe de estado, sino que además han sido siempre planificados y financiados por Estados Unidos o lo que es lo mismo por sus embajadas emplazadas en cada uno de los diferentes países.

En el presente, o mejor dicho hace varios meses atrás, la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estado Unidos parecía de alguna manera un leve viento de cambio para el propio país y para las políticas internacionales. Este golpe de estado en Honduras le brindo al presidente Estadounidense la posibilidad de salvaguardar su credibilidad, la chance de mostrar ante el mundo una radical diferencia con sus antecesores. Simplemente debería retirar todo el apoyo a los golpistas desde lo político, financiero y militar. Desde un principio su accionar no se mostró muy claro y se enfocó en originar una negociación que desde el vamos se mostraba inviable, perdiendo de esta manera un tiempo valiosísimo mientras que en simultaneo el golpe reprimía a diestra y diestra. Han pasado ya casi tres meses desde ese tiempo a esta parte y hemos visto pocas reacciones del gobierno de los Estados Unidos, la más destacable es el quite de visas para con algunos pocos funcionarios partidarios del golpe. Una decisión que si bien no es poca cosa, luego del sin fin de organizaciones y países que repudiaron el golpe, parece un acto que roza más lo políticamente bien visto que la fuerza de la convicción. ¿Será que Estados Unidos empezará a inclinar la balanza? ¿O este golpe es uno más en una larga lista?
Algunas preguntas pocas respuestas, lo cierto es que mientras algunos se deciden y toman posturas, si es que no las han tomado aún, el pueblo de Honduras sufre y paga con sangre la cercanía inevitable que todos tenemos a algunos países que les molestan las democracias ajenas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario